domingo, 15 de marzo de 2009

Piratas del Caribe: El regreso a Isla de la Muerte


El siguiente relato está basado en personajes de Piratas del Caribe, no pretende darle continuidad a ninguna de las películas, es solo algo que se me ocurrió. Posiblemente aparezcan personajes nuevos, aún no lo se, pero esos sí serán de mi autoria. Señores de Disney por favor no me demanden. Ahi va...

Era un día caluroso. La gente caminaba lentamente, el calor se llevaba la energía de todos. Nadie quería trabajar. Todos deseaban refrescarse con un baño, pero no era posible. Los habitantes de Port Royal siempre tenían que estar trabajando. Había herreros, comerciantes, damas elegantes, ebrios repugnantes, marinos y capitanes, y también estaba yo. 

Mi nombre es Isaac Sanders O'Neil . No es importante que les diga de donde vengo, y aunque lo fuera ni siquiera yo lo se. Mi memoria no recuerda mucho. Solo soy un simple muchacho de 24 años, mi única familia son mis negocios. Nadie me acompaña. He vivido solo desde que tengo uso de razon. Lo único que me ha acompañado todo el tiempo es mi medallón de la suerte; no recuerdo quien me lo dió ni cuando llegó a mi, nunca me lo he quitado. Pero creo que él es el responsable de mi profesión. Me dedico a la joyería. Es un negocio poco común, sobre todo en este puerto; no hay mucha gente con dinero. Mi trabajo consiste en vender joyas caras, para después comprar joyas baratas, para después repararlas y revenderlas como joyas caras. Nunca fallaba, una joya que destella es suficiente para sacarle dinero a los burgueses, que no tienen ni idea de lo que portan. Una fortuna sin cerebro siempre ha sido mi cliente preferido. Algunas veces aparecía algun conocedor que trataba de poner en duda la autenticidad de mis joyas y se rehusaba a comprar alguna de mis baratijas. Pero no era problema, con una buena historia los convencia de comprarlas. Solo era cuestión de inventar algún reino caido, algún romance frustrado, o alguna leyenda tonta en el que el artículo haya estado involucrado y la joya se vendia casi al instante, no importaba lo ordinaria que fuera, su valor histórico era lo que encantaba a mis clientes. Idiotas. Está de mas decir que las ganancias eran buenas. Pero el negocio era aburrido y algo monótono. Aunque viajaba constantemente en busca de material nuevo, todo tendía a ser rutinario. Siempre sentí la necesidad de hacer algo diferente, para que el mundo me recordara. Pero el valor para realizarlo no había aparecido. Solo podía aceptar mi aburrida vida de joyero.

Afortunadamente, no todos mis clientes eran aburridos. Había uno que me alegraba el día cada vez que venia a verme. Su nombre era Elizabeth Swann, la hija del gobernador. Era simplemente bella. Su elegancia y belleza no eran comparables con nada que yo hubiera visto. Única, solo así puedo describirla. A ella no le vendía baratijas, ella merecía lo mejor, mis viajes más extensos eran para encontrarle siempre algo adecuado. A ella las joyas no hacian verla mas bella, sino lo contrario, las joyas lucian más cuando ella las vestía. Y ese dia llegó, elegante como siempre.

-Hola Isaac

-Hola señorita Swann, ¿Como está usted?

-Me extraña que aun halla gente que me habla con respeto

Era cierto. En esos dias la familia Swann no era muy querida en el puerto. Recientemente habian estado envueltos en un lío con piratas, lo que manchaba el honor de la familia, y además Elizabeth había terminado su noviazgo con el Comodoro Norrington, para después tener un romance con Will Turner, un simple herrero. La gente no estaba muy de acuerdo con aquellas decisiones.

-Yo la respetaré siempre señorita. Es lo mejor que puedo ofrecerle.

-Te lo agradezco. Es muy amable de tu parte. Ahora dime, ¿tienes algo nuevo para mi?

Estaba ansioso por que hiciera esa pregunta

-Claro que si. Es una medalla preciosa, única; igual que usted. La encontré en mi último viaje al sur. Pero veala usted misma.

Torpemente busqué en mis anaqueles, ella siempre me ponia nervioso, mi coordinación no era igual cuando estaba ante ella. 

-¡Aqui está!

Tomé la medalla entre mis manos suavemente, como si estuviera hecha de nubes. Es una acción tonta, pero la coherencia no era uno de mis talentos en ese momento.

-¡En verdad es preciosa!

-Me alegra que le guste. Se vería perfecta en usted.

-Eres muy amable. En verdad me gustó mu...

No pude escucharla terminar su frase. Súbitamente el aire que nos rodeaba se volvió pesado. El silencio apareció enseguida. Noté que Elizabeth volvió inmediatamente su vista hacia la costa. Y no solo ella, el resto de la gente hacia lo mismo

-¿Que sucede señorita Swann?

-Creo que un viejo amigo viene a visitarnos.

Ella no parecía asustada. Y era la única. Ya había pasado una vez lo mismo, y unos piratas habian masacrado a mucha gente en el pueblo. Decían que eran piratas malditos. Era normal que el todos estuvieran aterrados.

-Creo que será mejor que se vaya a su casa señorita Swann

-No. No hay de que preocuparnos. Ellos son amigos mios.

Pero el resto del pueblo no creía lo mismo. Todos corrían apresurados guardando sus pertenencias. La experencia anterior no habia sido agradable. Uniéndome a la opinión de las demas personas, comencé a guardar mis cosas.

-Creo que estás exagerando Isaac, no va a pasar...

Una explosión ensordeció el comentario de Elizabeth, yo no hice otra cosa mas que tirarme al suelo, protegiendo mi nuca con mis manos. La gente empezó a correr despavorida. Olvidé que ella estaba cerca de mí. Mi acción era avergonzante. Tomé un poco de valor y me levanté para poder ayudarla, creí que estaría aterrada. Empecé a buscarla. Supuse que estaría en el suelo igual que yo. Pero me equivoqué. Estaba de pie, con su mirada aún fija hacia la costa. Pero su mirada ya era diferente, ya no se notaba tranquila. La gente pasaba corriendo a su lado, y ella no se movia, su cuerpo se veía firme, pero su mirada era titubeante. Quise acercarme a ayudarla, pero una voz lejana hizo que me detuviera.

-Sanders!!- se escuchó a lo lejos

Elizabeth volvió su mirada hacia mi. 

-No te muevas Isaac, veré que pasa

Y sin decir nada mas, caminó hacia enfrente. Iba en dirección contraria a todo el pueblo. Ella avanzaba, los demás huían. De entre la nube de polvo surgió una figura. Era un hombre alto, podía ver que llevaba sombrero. Elizabeth se detuvo a pocos metros de el. Alzó la mano en señal de saludo. Él alzo la mano tambien, y después le soltó una bofetada. Ella cayó al suelo. Quise correr a ayudarla, pero la sombra de aquel hombre volvió a pronunciar mi nombre.

-¿Donde está Sanders?- gritó

No sabía si era a mi a quien buscaban y no iba a quedarme a averiguarlo, así que salí corriendo. Con mi bolsa de joyeria, la huida no iba a ser fácil, así que la metí en el primer barril que encontré, después regresaría por ella. Apenas había dejado mis cosas dentro cuando un disparo destrozó el barril que tenía enfrente. Caí de espaldas debido a la explosión. Comprendí que era yo el Sanders al que le gritaban. Me levanté como pude y seguí corriendo. Ellos siguieron disparándome. No podía ver mucho hacia atrás, y tampoco queria. Yo solo corría. Esquivaba carretas, cajas, plantas, todo lo que se me ponía enfrente. Dí vueltas entre las casas y los edificios, pensando que así lograría escapar. Tropecé varias veces, pero mi miedo hizo que reaccionara rapidamente de mis caidas, y seguí huyendo. Pero aún así los disparos seguían persiguiéndome. Conforme avanzaba, escuchaba que mas personas se unian a la persecusión. 

-¡Atrápenlo!- gritó aquella voz otra vez

Mientras corria, la gente del puerto seguía gritando. Algunos lo hacian desesperadamente. Era obvio que las cosas no iban bien.

-¡No se metan en nuestro camino!- dijo una voz

Dí vuelta en un callejon, era un corredor algo largo. Y poco a poco las voces empezaron a alejarse. Los había evadido. Pensé que me habia librado de mis perseguidores. Así que me detuve y empecé a caminar viendo hacia  el extremo del callejon por el que entré. Caminaba de espaldas. No miraba a nadie. No escuchaba nada. Me sentí tranquilo. Volví mi vista hacia al frente. Sentí un puñetazo en el rostro. Caí inmediatamente. No pude ver quien me había golpeado. No podia enfocar la vista apropiadamente. Alguien me tomó de la camisa. Y me acercó a el. De cerca pude distinguir sus facciones, tenía una barba extraña, eran como dos trenzas pequeñas, tenía un bigote ridículo, usaba un sombrero poco común. Su aliento olía a ron. 

-¿Eres Isaac Sanders?-

Su voz era rasposa, parecía ebrio.

-Si. ¿Quién es usted?...- dije timidamente

-Mi nombre es Jack Sparrow. Creo que tendrás que venir conmigo



ESTA HISTORIA CONTINUARÁ...

2 comentarios:

  1. =O!!! Alaaa!!!
    Amigo, en verdad tienes un don!! Me gusta como te metes en la historia siempre respetando el lugar de cada personaje, y lo mejor es que interactuas con ellos!!! La escritura es fascinante, en verdad, sentí como si estuviera leyendo un buen libro, pero me dejas en suspensoooo!!! jajaja. Bueno Isaac cuidate mucho y sigue como vas.

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  2. Ah y por cierto... si yo trabajara en Disney si te demando eh!! por hacer una adaptación tan buena y publicarla gratis!! XP

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